El señor de las moscas

• Autor: William Golding
• ISBN: 978-84-2061-3819
• Alianza Editorial
• Año: 2002
• 256 págs.
• Precio: 10.90€

Una treintena de muchachos son los únicos supervivientes de un naufragio. Para sobrevivir en tales condiciones, no tardan en crearse dos grupos con sus respectivos líderes. Ralph se convierte en el cabecilla de quienes están dispuestos a construir refugios y a recolectar mientras que Jack se convierte en el jefe de los aventureros cazadores. Las tensiones entre ambos bandos desembocan en un cruento enfrentamiento.

Recuerdo que en 4 ESO vimos la película y me pareció aburrida y brutal a partes iguales. No sólo me disgustó sino que además me dejó una desagradable sensación. Por esa razón desde hace bastante tiempo me estaba resistiendo a leer este clásico. Porque sabía que iba a empezar su lectura muy condicionada por mi experiencia con la película.

Ya desde el principio tuve problemas con este libro. Mi aversión por este clásico se debe a la forma en que está escrito. Todo el rato tenía la sensación de que estaba leyendo escenas inacabadas, diálogos confusos que se interrumpen a la mitad, descripciones que no aportan nada... Cada párrafo se me hacía cuesta arriba y cuando apenas llevaba 50 páginas lo dejé apartado porque no podía con él. Preferí dedicar mi tiempo a otra lectura antes de volver a retomarlo.

Desde el principio los comportamientos de Ralph y Jack me parecieron extraños y no simpaticé con ninguno. El único que me inspiraba cierta compasión fue Piggy. De hecho, ningún personaje me atrajo. Todos me parecían llanos y simples, huecos, sin personalidad ni profundidad. No me parecían humanos. Quizá la intención del autor era precisamente esa, ya no sé qué pensar... 
Aunque aborda temas interesantes, tampoco me ha parecido nada del otro mundo. Esperaba bastante más de esta moraleja. Quizá se deba a que estos mismos temas se han tratado en diferentes formatos (películas, series...) y de ahí que no me haya aportado nada nuevo. Además, el libro está lleno de simbolismo y confieso que muchos de ellos se me escaparon: la bestia no es ninguna bestia (es la salvaje representación del miedo a lo desconocido), la caracola no es una caracola como tal (es lo contrario al miedo, representa las reglas sociales) y así con muchísimos elementos que vete a saber qué significaban realmente para el autor.

No esperaba nada especial de El señor de las moscas y aún así me siento defraudada. Al mismo tiempo también estoy aliviada porque por fin he podido tacharlo de mi lista 100 joyas de la literatura.

Saludos ;)