- Autor: Joanne Harris
- ISBN: 978-84-1535-5830
- Duomo Editorial
- Año: 2013
- 434 págs.
- Chocolat #3
- Precio: 21€
El viento llevó a París la carta de Armande y el viento trajo de vuelta a Vianne Rocher a Lansquenet. Pero casi todo ha cambiado: la chocolatería donde vendía sus "sueños, pequeños consuelos, dulces e inofensivas tentaciones" y que tanto revolucionó la vida del pueblo y la suya propia, ahora se ha convertido en una escuela. El malestar y la desconfianza recorren las estrechas y empedradas calles de entonces. El paisaje es tan distinto que incluso el párroco ya no teme a Vianne y requiere, en cambio, su indispensable ayuda.
Aunque este libro es continuación directa (y si no has leído el segundo hay varios detalles que te dejan muy descolocada), la autora ha decidido centrarse de nuevo en Chocolat para traer de vuelta a personajes tan queridos como Armande o su nieto Luc, o el mismísimo pueblo de Lansquenet.
Tengo la impresión de que el patinazo que dio al escribir Zapatos de caramelo no debió de gustar a la mayoría del público y ha decidido volver a lo seguro, a los personajes y lugares que conquistaron a tantísimos lectores y espectadores. Y creo que ha hecho lo correcto. Ciertamente me he dado cuenta de que puedes leer sin problemas sólo el primer y tercer libro (salvo algunos detalles que no cuadran en la trama pero se trata de una confusión pasajera). Quizá por esa razón la editorial Duomo decidió obviar la existencia del segundo libro para ahorrarse el dinero y de paso el disgusto a sus lectores, quien sabe...
De nuevo, igual que en Chocolat, los capítulos se alternan entre Vianne y el padre Reynaud, siendo ambos los narradores de esta última entrega de la historia. ¡Me encanta que los capítulos sean tan cortos! Aprovecho cualquier pausa para seguir leyendo y tengo la impresión de que avanzo muchísimo más deprisa.
Vianne vuelve a ser esa mujer fuerte y querida por todos, lo que le permite ayudar a aquellos que no gozan de tanta confianza en sí mismos.
Para mi sorpresa Reynaud ha cambiado su forma de ser, al menos un poco. Ya no es el sacerdote envarado que censuraba cualquier cosa por considerarla inmoral y procura ser más tolerante. Precisamente esta nueva actitud, junto con sus errores del pasado, le granjean mala reputación entre sus conciudadanos y decide pedir ayuda a Vianne. ¿Quién habría previsto esta curiosa situación?
Aunque la introducción se hace un poco larga y hasta casi la mitad del libro Vianne no se pone manos a la obra. Ha sido un placer regresar a las callejuelas del pueblo y volver a ver a sus gentes. Saber cuánto han cambiado en 8 años y descubrir en qué consiste esa "guerra" a punto de estallar en Landquenet. Hice bien en no tirar la toalla con esta trilogía a pesar del enorme batacazo que me llevé con el segundo libro.
Por supuesto no todo es perfecto en esta novela, pero han sido pocas las cosas que se han interpuesto en mi disfrute. Una de ellas, por ejemplo, todos los nombres árabes. No lograba recordar quién era cada persona o la relación entre unas y otras. Cada vez aparecían más y más (las hijas de uno que son las primas de otro de allá, después la hermana de uno que es la cuñada del otro...) ¡Uf! Me fue complicado llevar el árbol genealógico de todas las familias de Les Marauds. Y otra cosa que no me ha gustado ha sido que la autora escriba las onomatopeyas. No necesito leer el sonido que hace un tambor o una puerta al cerrarse, pero bueno...
Este libro trata de la tolerancia y el exceso de ella, de la crueldad, el fanatismo, la culpa, la intolerancia, la injusticia e hipocresía. Sobre el respeto y de aprender los unos de los otros, pero ¿cuáles son los límites de lo políticamente correcto?
Saludos ;)
Aunque este libro es continuación directa (y si no has leído el segundo hay varios detalles que te dejan muy descolocada), la autora ha decidido centrarse de nuevo en Chocolat para traer de vuelta a personajes tan queridos como Armande o su nieto Luc, o el mismísimo pueblo de Lansquenet.
Tengo la impresión de que el patinazo que dio al escribir Zapatos de caramelo no debió de gustar a la mayoría del público y ha decidido volver a lo seguro, a los personajes y lugares que conquistaron a tantísimos lectores y espectadores. Y creo que ha hecho lo correcto. Ciertamente me he dado cuenta de que puedes leer sin problemas sólo el primer y tercer libro (salvo algunos detalles que no cuadran en la trama pero se trata de una confusión pasajera). Quizá por esa razón la editorial Duomo decidió obviar la existencia del segundo libro para ahorrarse el dinero y de paso el disgusto a sus lectores, quien sabe...
De nuevo, igual que en Chocolat, los capítulos se alternan entre Vianne y el padre Reynaud, siendo ambos los narradores de esta última entrega de la historia. ¡Me encanta que los capítulos sean tan cortos! Aprovecho cualquier pausa para seguir leyendo y tengo la impresión de que avanzo muchísimo más deprisa.
Vianne vuelve a ser esa mujer fuerte y querida por todos, lo que le permite ayudar a aquellos que no gozan de tanta confianza en sí mismos.
Para mi sorpresa Reynaud ha cambiado su forma de ser, al menos un poco. Ya no es el sacerdote envarado que censuraba cualquier cosa por considerarla inmoral y procura ser más tolerante. Precisamente esta nueva actitud, junto con sus errores del pasado, le granjean mala reputación entre sus conciudadanos y decide pedir ayuda a Vianne. ¿Quién habría previsto esta curiosa situación?
Aunque la introducción se hace un poco larga y hasta casi la mitad del libro Vianne no se pone manos a la obra. Ha sido un placer regresar a las callejuelas del pueblo y volver a ver a sus gentes. Saber cuánto han cambiado en 8 años y descubrir en qué consiste esa "guerra" a punto de estallar en Landquenet. Hice bien en no tirar la toalla con esta trilogía a pesar del enorme batacazo que me llevé con el segundo libro.
Por supuesto no todo es perfecto en esta novela, pero han sido pocas las cosas que se han interpuesto en mi disfrute. Una de ellas, por ejemplo, todos los nombres árabes. No lograba recordar quién era cada persona o la relación entre unas y otras. Cada vez aparecían más y más (las hijas de uno que son las primas de otro de allá, después la hermana de uno que es la cuñada del otro...) ¡Uf! Me fue complicado llevar el árbol genealógico de todas las familias de Les Marauds. Y otra cosa que no me ha gustado ha sido que la autora escriba las onomatopeyas. No necesito leer el sonido que hace un tambor o una puerta al cerrarse, pero bueno...
Este libro trata de la tolerancia y el exceso de ella, de la crueldad, el fanatismo, la culpa, la intolerancia, la injusticia e hipocresía. Sobre el respeto y de aprender los unos de los otros, pero ¿cuáles son los límites de lo políticamente correcto?
Saludos ;)
1 comentario:
No conocía el libro pero tiene buena pinta, gracias por la reseña.
Un saludo!
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