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Mostrando entradas con la etiqueta Capítulo 4: Abril. Mostrar todas las entradas
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jueves, 22 de marzo de 2012

Viernes 29

Julya se quitó los tacones en cuanto llegó a casa y empezó a subir las escaleras sin hacer el menor ruido. Todo estaba a oscuras y en silencio. De repente se escuchó un resbalón y un tropiezo sordo.
—¡Shhh! —protestó July—. No queremos que nadie nos oiga.
—Lo siento…
La chica le cogió la mano y fueron subiendo pasito a pasito sin hacer ruido. Una vez arriba se metieron en el vestidor, cerraron la puerta y encendieron la luz.
—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Alex con una sonrisa.
—Tengo que quitarme este vestido y cambiarme —dijo July mientras abría el armario, dándole la espalda.
—En eso puedo ayudarte.
La calidez de sus palabras acarició su nuca. Alex enroscó los brazos en torno a su cintura y la atrajo hacia él, inclinó la cabeza y deslizó los labios por su cuello, dibujando dulces besos en su piel. July se estremeció y sintió cómo el vello de los brazos se le erizaba.
—Aquí no. Tenemos que irnos, ¿recuerdas? —le reprochó, pero sonó muy poco convincente—. Vamos, ayúdame con la cremallera.
Alex sonrió con picardía. Cogió uno de los extremos de la cinta que rodeaba su cintura y tiró hasta deshacer el lazo rosa. Luego, con dedos hábiles, bajó la cremallera, dejando al descubierto su espalda. July dejó caer el vestido y este se deslizó hasta el suelo con la misma delicadeza que una flor de cerezo. Se dio la vuelta y con una sonrisa se abrazó a él.
—Este conjunto es nuevo —comentó Alex, deslizando las yemas de los dedos por su columna. Al final July levantó la cabeza, se puso de puntillas y le besó. Él apoyó las manos en sus caderas, atrayéndola, y ella le rodeó el cuello con los brazos. Se separaron un breve momento para recobrar el aliento. July se arrimó a su oído y…

Abrió los ojos de par en par. Estaba asustada y con el corazón en un puño. Miró en todas direcciones, el despertador continuaba pitando. July corrió a levantarse y lo apagó. Luego se volvió a tumbar sobre las sábanas deshechas. Dejó una mano sobre la frente sudorosa y con la otra se frotó los ojos. Lentamente los latidos regresaron a la normalidad.
—Buff —resopló y clavó la mirada en el techo—. Va a ser imposible quitármelo de la cabeza…
Estoy perdida. Cerró los ojos de nuevo.
—¿Y qué narices hacía con un vestido rosa?

viernes, 16 de marzo de 2012

Jueves - 28

Por la tarde, Julya quedó con sus amigas para ver una película que sólo estrenaban aquel día en el centro de la ciudad. Se trataba de una animación japonesa, ¡no podían perdersela!
El trayecto en metro fue tranquilo, Sam y Jul charlaron de las pocas novedades -aunque ella se abstuvo de comentar nada referente a Alex, ya que había comprobado que era un tema tabú desde hacía meses-. Sharon parecía algo más animada que de costumbre, tal vez porque iban a ver algo diferente... o tal vez por nada en particular. Se había convertido en misión imposible saber qué pensaba, y también se habían cansado de intentar comprenderla; si no se dejaba conocer, no iban a obligarla a hacerlo.

viernes, 9 de marzo de 2012

Miércoles - 27

Primera semana de examenes. Julya apenas había prestado atención a sus amigos ni al ordenador. Se había limitado a hincar los codos, rodeada de apuntes y mordisqueando las tapas de los fluorescentes. Pero tener que empollar durante horas, no había evitado que maquinara un inofensivo plan que llevaría a cabo al día siguiente: se encontraría con todos sus compañeros, incluído Alex, así que se vestiría y maquillaría para ir despampanante; quería darle celos, envidia, que lamentara haber desperdiciado la oportunidad de tener algo con ella.
No quería admitirlo, pero le daba rabia que el chico la hubiera escogido como rollito de un fin de semana, cuando era evidente que ella buscaba algo mucho más duradero.

A la mañana siguiente, sus tacones retumbaron por el pasillo. Cada paso provocaba que un par de chicos se giraran para mirarla, lo cual obligaba al resto del grupo a fijarse también en ella.
Para evitar buscar a Alexander con la mirada, y que su plan se fuera al traste, decidió dejar que él la guiara hasta donde se encontraba; en ocasiones era tan escandaloso, que era imposible no saber dónde estaba.
Julya sacó su móvil e hizo que estaba escribiendo un mensaje. Entonces escuchó una carcajada.
¡Te tengo!, pensó al mismo tiempo que una sonrisa se dibujaba en sus labios. Se dirigió a la fuente de las risas y, como si tal cosa, se paró frente a Jenny y a Alex.
Les saludó con su habitual encanto y, cuando hablaba, era todo sonrisas. Pero sus ojos no perdieron ni un sólo detalle del chico, quien la miró de arriba abajo en más de una ocasión. ¡Ja! ¿Cuántas radiografías piensas hacer? Aunque desgraciadamente, no supo qué pensamientos pasaron por la mente de Alex.
Al poco llegaron Nathan y Andy, así que Julya se despidió y entró en la clase junto a sus amigos.
—¡Qué guapa estás! —comentó Nathan con una sonrisa.
—¡Lo sé! —dijo ella en un tono cómplice. Al instante, su amigo miró de reojo al final de la clase, donde se había sentado Alexander.
—¿Es para darle cerlos?
—¡Sí! No se te escapa ni una, ¿eh?
—¡Ya tu sábe!
Y rieron a carcajadas. Cualquiera diría que en poco menos de cinco minutos iban a empezar uno de los difíciles examenes finales.

viernes, 2 de marzo de 2012

Miércoles - 6

Desde que Julya rompió su medio-rollo con Alex, se sentía totalmente liberada. Ya no tenía que preocuparse por ir con faldas cortas o pantalones ajustados, ni maquillarse o llevar tacones, por fin podía vestirse con la comodidad de antes porque ya no buscaba la atención de nadie. 
De hecho, desde hacía una semana, apenas se había cruzado con Alexander y estaba muy agradecida por ello.  Así sería más fácil borrarle de su mente. ¡Gracias universo!
Sin embargo, la vida estaba llena de casualidades. Esa mañana caminaba con una calma y sosiego envidiables hasta que, al entrar en el aulario, se encontró con Alex. Gracias universo... ¬_¬
—Hola.
¡Adiós!
¿Te vas? —Julya consultó el reloj. Pero si quedan diez minutos para que empiece la clase.
¡Sí! —Y lanzó una sonora carcajada al pasar a su lado.
Ella se giró y se lo quedó mirando. Estaba perpleja O_o
¿Vienes sólo para cinco minutos?
¡Sí! —Y volvió a reírse, pero esta vez con un tono que transmitía: lo sé, soy idiota.
Qué raro eres... —comentó ella, también disimulando con una risa cordial. Y qué gilipollas.
Y cada uno siguió su camino. Julya se alegró de que las cosas volvieran poco a poco a la normalidad.

jueves, 23 de febrero de 2012

Viernes - 1

Esa mañana, gracias a la poca decencia del despertador al quedarse sin pilas, Julya durmió hasta bien entrada la mañana. Como no llegaba a tiempo a la primera hora de fundamentos físicos, decidió no matarse con el coche e ir directamente a la segunda. 
Estaba sentada en uno de los duros bancos de madera que había en el amplio pasillo. Las máquinas expendedoras no dejaban de zumbar, irritándola. Sí, seguid así, ¡traidoras roba-donuts!
Volvió a consultar su reloj de pulsera: menos cuarto. Ahora sólo quedaba adivinar en qué momento le apetecería hacer el descanso al profesor. ¿Ahora, en punto, a y diez?
Perdida en sus pensamientos, escuchó la puerta de la clase abrirse y vio salir a una chica. Resuelta, Julya se levantó de un brinco y enfiló hacia la entrada. Para su horror, se dio de bruces con Alexander.  
¡Mierda! ¿Por qué me ocurre esto? Estas cosas sólo pasan en las comedias románticas y lacrimógenas. ¡No a mí! 
A pesar de todo, Julya se armó con su máscara de "poker face" y estaba decidida a entrar sin siquiera mirarle, pero...
—¡Hola! —saludó con una amplia y sincera sonrisa.
Ella se quedó totalmente a cuadros. Si no fuera por la férrea máscara, su cara habría sido un poema.
—Hola —correspondió ella con un cordial y educado saludo. ¿Qué le habrá picado a este?
Alexander la esquivó y fue derecho a la máquina de refrescos para conseguir su dosis de cafeína diaria.
Y para su alivio, ya no hubo más novedades en "el caso Alex" porque ambos se sentaron bien lejos y sin posibilidad de molestarse mutuamente.