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jueves, 7 de diciembre de 2017

El guardián entre el centeno



  • Autor: J.D. Salinger
  • ISBN: 978-84-2067-4209
  • Editorial Alianza
  • Año: 2010
  • 288 págs.
  • Precio: 10.20€




Las peripecias del adolescente Holden Cauldfiel en una Nueva York que se recupera de la guerra influyeron en sucesivas generaciones de todo el mundo. En su confesión sincera y sin tapujos, muy lejos de la visión almibarada de la adolescencia que imperó hasta entonces, Holden nos desvela la realidad de un muchacho enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, a la experiencia de la sexualidad más allá del mero deseo.



Desde la primera página supe que este libro no me iba a gustar porque el protagonista es un borde amargado. No hace ningún esfuerzo para que empaticemos con él y, como consecuencia, sus problemas no me importaban nada. Lo único positivo que saqué de él es su amor por sus hermanos.

Holden es un chaval muy exagerado para todo. Según él todo el mundo tarda 10 horas en peinarse, o toda una vida en vestirse. Es un cínico que sólo se fija en las cosas malas de la vida. Le molesta cualquier cosa que hagan o digan en su presencia; cuidado con respirar, no vaya a ser que también le moleste. Pero lo que realmente le ocurre es que tiene una envidia que no le cabe por la puerta. Si conociese a Holden, haría todo lo posible por evitarlo. No soporto a los niñatos malcriados que se quejan por todo pero jamás intentan arreglar las cosas. ¡Madura de una vez!

El autor trata de reflejar ese carácter pasota e incomprendido que tienen los adolescentes y muestra sus crisis de experiencia y existencia, la falta de apego, la confusión y repulsión a la hipocresía y al materialismo... De nuevo, pienso que yo debí ser una extraterrestre durante mi adolescencia porque en poquísimas ocasiones me comporté así. Tampoco tuve arrebatos de bipolaridad ni escenas dramáticas quejándome de lo injusta que era la vida conmigo. No sé... creo que todos estamos cansados de que los adolescentes de los libros se comporten como idiotas.
También aprovecha para mostrar la vida en Nueva York, la vida cotidiana y la nocturna se entremezclan para mostrarnos cómo se desarrolla el día a día en esta ciudad. Una forma de enseñarnos a valorar lo que ya tenemos y no lo que podríamos, o no, llegar a tener.

La trama es aburridísima y la forma de expresarse de Holder cansa muchísimo. Es muy repetitivo con “y todo eso”. Es su coletilla, si no termina con esa frase, no se cree guay. Además, nombran muchísimo a Dios. En todas las conversaciones tiene que haber mínimo un “¡Por Dios!, ¡Dios santo!, ¡por el amor de Dios!, ¡por Dios vivo!”.

Desde la publicación de este libro, generación tras generación han usado a Holden como un símbolo de liberación y rebelión social. Sin embargo, no sé por qué tantas personas lo aclaman y lo recomiendan. Imagino que la clave está en si te identificas con Holden o no; yo no extraje nada nuevo.

En resumidas cuentas, terminé el libro igual que lo empecé: sin guardián y sin centeno. Tan sólo lamento haber perdido cuatro días de mi vida que podría haber aprovechado para leer algo con más sustancia.

Saludos ;)

1 comentario:

MELANY dijo...

Hola!

Tu reseña es muy curiosa, desde la primera frase hasta la última. Debo decir que me la tomé un poco "a chercha" (con humor). No he leído el libro aún, pero no me desanima de leerlo en absoluto. Por otro lado, soy adolescente y sí que he experimentado brotes de al humor solo porque sí, trato de comportarme bien pero ahí estan, así que puede que yo empatice con Holden.

Gracias por la reseña y nos leemos luego.