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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Memorias de una bestia enjaulada 9

Hoy me siento diferente.
Por primera vez estoy experimentando un sentimiento poco común en mí.
Celos.
¿Qué aspecto tendrá la bestia?

No puedo evitar la curiosidad y me adentro en las profundidades.
En un instante me hallo frente a la jaula y dentro me encuentro con una niña de no más de tres años.
Está sentada en el suelo con sus regordetas piernas estiradas y jugando con unos bloques de madera.

Parece de lo más tranquila, pero advierto que tiene las mejillas coloradas, como si contuviera el aire a propósito. Y tiene los labios ligeramente fruncidos en una mueca de disgusto.

Me siento tan rara al verla... tan incómoda como sentir celos.

¿Y de qué tengo celos?

De lo bien que se lo pasa mi novio con sus amigos.
Sale, entra, ríe... Cada vez que me cuenta sus tonterías, siento una leve punzada de celos y pena.

Tiene unos buenos amigos con los que se divierte y puede confiar en ellos si los necesita.
¿A quién tengo yo?
A nadie, y eso es lo que duele.

Echo de menos a mis amigas.



2 comentarios:

Irial dijo...

Bonito relato, Nuemiel, me gusta cómo tratas un tema tan complicado como los celos ;)

Un besito

Anyol dijo...

Bueno, lo tienes a él y tambien tienes que tener amigas a parte que tu vida no solo gira en torno a él.
y olvidate de los celos que no traen nada bueno.