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miércoles, 25 de diciembre de 2013

Relato 5 - LOS GUIJARROS DEL PUERTO ENAMORADOS

Nos casamos el día de Navidad en la Iglesia de Santa María. Los rayos atravesaban las vidrieras tintadas, iluminando con múltiples colores el interior de la pequeña ermita. Olía a lavanda, tus flores favoritas, las cuales adornaban las columnas y los bancos de madera envejecida.

Tus padres sonreían, mi madre aún más al verte con su vestido de novia, deslizándote con elegancia y gracia. Estabas tan bonita como la más bella de las melodías. Finalmente llegaste al altar y supe en ese mismo instante que siempre te querría.

Embarcamos en el barco que nos llevaría al paraíso, aunque el único paraíso es donde estabas tú. Despedimos afectuosamente a todos los invitados desde la cubierta. Entre chillidos y risas, tus amigas pedían que tiraras el ramo. Te diste la vuelta y lo lanzaste, divertida por el resultado. El ramo voló y rebotó de un lado a otro, esquivando las manos que trataban de aferrarse a él desesperadamente. Sonreíste al comprobar que las flores cayeron al agua mientras el barco se alejaba lentamente. Sujetándote al pasamanos, despediste con energía a todos. Resplandecías gracias a la intensa puesta de sol. Tus cabellos cobrizos ardían como el fuego y revoloteaban a tu alrededor impulsados por la brisa. Estabas tan bonita como la más bella de las melodías. Sonreías, y me besaste entregando el cariño que por mí sentías.

Lamentablemente, la vida se me estaba acabando y tú no lo sabías, por miedo yo no te lo decía. Aquel día mi pasaje solo era de ida, de ese viaje ya no volvería. Cuando me vaya, en el cielo te esperaré y le quitaré la llave a San Pedro en un descuido para abrirte las puertas del Edén. Allí tendremos una habitación para hacer lo que no hicimos en nuestra luna de miel.

Día a día con mi ropa, el dolor de mi muerte no resistías y me echabas tanto de menos que no te reponías. Allí arriba me encontré con una vieja amiga, quien me contó que pronto tú vendrías porque de pena tú el mundo abandonarías.

Y aquí estamos, disfrutando de ratos felices con nuestros antepasados. Pensando en aquello que fue tan triste y luego se convirtió en alegría, recordando el día de nuestra boda en Santa María. Estabas tan bonita como la más bella de las melodías. ¡Cuánto te quería! Abrazos en nuestro nido de amor que una nube nos ha preparado. Recordando la vida tan breve que Dios nos ha dado. Tan enamorados…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanta ternura, ramanticismo si, puede ser que si, tal vez deberias intentar soprendernos alejandote un poco de lo que enctramos en los libros que salen a montones, explota la forma en que describes y adjetivas, lo haces muy bien, y la ternura de tu relato muy muy bonita.

Immaaurora dijo...

que preciosidad!!!!!!!!!!!!

http://losviajesysibaritismosdeauroraboreal.blogspot.com.es/