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jueves, 8 de diciembre de 2011

Lunes - 28

¡De nuevo ordenador en mano! >.<
Julya decidió no expresar sus opiniones respecto al portátil, pero tampoco se iba a quedar de lado. No se dejaría vencer por una máquina. Sólo falta que lo llame Scainet... ¬_¬
Al principio se sentó en el extremo de la fila, justo a la izquierda de Alexander, para dejarle con sus amigos. A pesar de sus buenas intenciones y su paciencia con Marlon, el muy estúpido se puso insoportable en cuanto pisó la clase: decía que quería sentarse él a la izquierda, que le había quitado el sitio. ¿Estás gilipollas, o qué te pasa? Julya no se movió, ¡faltaría más! No entendía a qué venía esa rabieta de niño pequeño. 
Para no tener que oír sus protestas, al final Alex decidió que él se quedaría en medio. Así que todos se desplazaron: primero se puso Robert -en el extremo donde antes estaba ella-, luego Ironías, Alexander y Julya a su derecha, apoyada en su hombro.

Por suerte el resto del día transcurrió tranquilo: los tres chicos estuvieron pendientes del juego on-line y sólo exclamaban cuando conseguían alguna runa mágica de gran poder o mataban al troll de las mazmorras... Julya se dedicó a leer. Siempre tenía un libro preparado en el bolso para cuando las clases eran tan soporíferas que no las soportaba ni el propio profesor que las impartía.
Aprovechando la pausa para descansar que se hacía entre una clase y la siguiente, apareció de repente una chica. Era muy menuda, más o menos de la misma estatura que Julya. Vestía un extraño conjunto de chaqueta y vaqueros que no pegaba precisamente, pero su pelo corto como un chico y de un naranja rabioso hizo que se ganara el apodo de chica-zanahoria
La chica-zanahoria se plantó delante de Alexander y empezó a hablar con él, ignorando deliberadamente al resto de las personas de la fila. Para Julya era una falta de educación, qué menos que un mísero "hola".
—Ya han colgado en internet las notas de programación. ¿Las has visto?
Su actitud y el coqueteo eran evidentes, pero Alex no hizo el menor caso, de hecho ni siquiera contestaba a lo que ella preguntaba. No existía.
Julya tenía los ojos clavados en el libro y leía una y otra vez el mismo párrafo para hacerse la sueca, aunque en realidad estaba pendiente tanto de las reacciones de la chica-zanahoria como de Alex; era muy divertido verla maquinar y pensar maneras de llamar su atención... y comprobar que la pobre tenía pocos recursos e imaginación.
A pesar de la fría actitud de Alex, la chica-zanahoria no se dio por vencida, insistió hasta cuatro veces en la misma pregunta: "¿has visto las notas?"
—¡No he visto las notas! —dijo al fin, con brusquedad. Se notaba que sólo su presencia le fastidiaba y quería que se largase cuanto antes, pero no lo consiguió.
—¿Por qué no las has visto? —preguntó de nuevo con su voz aflautada.
—¡Hala, vaya voz!
Marlon aterrizó de repente en la clase: el juego le había devuelto la vida por un breve, aunque oportuno, momento y empezó a cachondearse de ella con un descaro alucinante.
¡Me recuerdas al camarero de los Simpson! ¡Ese que...!
Y saltó Julya:
—¡Síííííí! ¡Sufrí un infaaarto!
Y todos se descojonaron. Obviamente, la chica-zanahoria se fue para no volver; parecía muy indignada.
Yo estaba antes, guapa. No he soportado estas semanas el puñetero ordenador para que vengas tú ahora.  
Julya volvió a abrir el libro y reanudó la lectura.

1 comentario:

Slay dijo...

ole ole y ole ;) jajajaja