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lunes, 19 de diciembre de 2011

Sábado - 5

¡Mi primera cita con Alex! ¡Vaya nervios! ¡No me lo creo!
Le temblaban las piernas durante todo el día. Tenía mucho frío y la comida no le entraba. Esperaba ansiosa la llamada de Alexander. Cuando al fin sonó el móvil, July empezó a temblar, pero escuchar su voz le sentó como una tila. 
Primero irían a casa de su prima Sthephanie, luego al centro comercial a buscar el regalo para el cumpleaños de su madre y por último a dar una vuelta con unos amigos. 
—Ve vistiéndote. Dentro de un rato paso a buscarte.
Julya fue corriendo por toda la casa: rulos por aquí y rímel por allá, y su madre persiguiéndola con el secador. 
Salió de casa divina de la muerte y más contenta que nunca.
Pero empezó a hacer mucho viento. Para cuando Alex la recogió en su coche, apenas le quedaba nada del peinado. No... ¿Por qué? T^T 
A los pocos minutos llegaron a casa de su prima. Julya se sorprendió al descubrir que la chica vivía cerquísima de la suya. Al bajarse del coche, Alex lo rodeó y se acercó a July para saludarla, pero titubeó; no sabía si besarla o no. Así que ella se puso de puntillas y le dio un piquito en los labios.
Una vez dentro, vio que la casa tenía un diseño muy extraño: el pequeño recibidor daba a una sala circular que tenía en el centro unas escaleras de caracol de hierro, que ascendían hasta las siguientes plantas y descendían hasta el... ¿sótano, semisótano? De allí partían cinco pasillos y Alexander la condujo por el que quedaba a la izquierda, bajó un par de escalones y llegaron al salón. Estaba oscuro, con las persianas apenas levantadas; tanto el sofá como el suelo y las paredes eran blancos, por lo que daban una sensación de frío e invierno que no ayudaba a July a entrar en calor...
Estuvieron en la casa cerca de media hora: Alex jugando a la consola, July tumbada en el sofá y Stephanie colgada de su móvil, comprobando quién se apuntaba a la quedada de más tarde. 
En vista de que la gente no se aclaraba, Alex decidió irse cuanto antes al centro comercial.
—Luego os llamo y quedamos, ¿va?
Allí se recorrieron todas las tiendas de arriba abajo buscando el regalo para el cumpleaños. Por el camino se cruzaron con diez conocidos de Alex, quien saludaba a todos con una sonrisa y una carcajada. Se los presentaba a Julya, pero el número de gente con la que se cruzaban aumentó tanto, que no hizo el esfuerzo de quedarse con ninguno de los nombres.  
¿A cuentos se conoce? O_o ¡Normal que cada fin de semana tenga una fiesta distinta! Con tanta gente donde elegir...
Alexander acabó comprando la colonia que Julya sugirió desde el principio -y luego se enteró de que a la madre le encantó.- 
Al cabo de una hora aproximadamente, llegaron Stefi y su novio, también estaba Parker, el hermano de Stefi, que venía acompañado por Carlee. 
Julya la observó, intentando hacer memoria. ¿Dónde te he visto antes?
—¿No te acuerdas de mí? Nos vimos en verano. Estuvimos en la misma clase para sacarnos el examen teórico de conducir.
—¡Anda! ¡Es verdad! ¡Hemos estado en la misma autoescuela! 
Alex empezó a reírse, ¡por una vez no era él quien se cruzaba con alguien conocido!
Después fueron en coche a casa de otro de sus amigos: Benjamin. Durante el trayecto ambos descubrieron que tenían muchas canciones en común y las cantaron a dúo.
La casa de Ben era ese tipo de casa a la que van todos cuando no tenían otra cosa que hacer. Llegaron a reunirse hasta ocho personas, por suerte el salón era lo bastante grande... Sin darse cuenta, todos rodearon a Alex para escuchar sus tonterías; unos se sentaron en el sofá, en sillas y los restantes se quedaron de pie, apoyando la espalda en la pared. 
Julya sonreía. Le gustaba que todos le miraban embelesados, pendientes de cada una de sus palabras, como si fueran de oro. Definitivamente, Alex era el alma de la fiesta; ¡y Julya estaba con él!
Al final salieron a picar algo y por el camino empezó a llover, por suerte ella llevaba paraguas. Iba la última del pelotón y, al mirar a los demás, se dio cuenta de que iba demasiado arreglada, aunque hubo algunas miradas a sus piernas... y no todas de Alex.
Mientras cenaban, se lo pasó muy bien con Carlee, hablando de la universidad, comentando anécdotas y riéndose de los profesores. Alex y Parker engulleron sus bocadillos, y luego se pelearon por la coca-cola y las patatas. Cada vez que Stephanie abría la boca, Julya se quedaba embobada mirando sus ojos: ¡eran azules, enormes y preciosos! Nada que ver con los de su hermano o su primo. 
Hubo un momento de la conversación en el que Stefi, entre risas y miraditas, comentó que Alex y July iban del mismo color, y tanto el uno como la otra, se miraron y vieron que tenía razón: iban de morado, y ninguno se había dado cuenta de ese detalle. Luego cruzaron miradas, avergonzados.
A la salida todos se desperdigaron, cada uno se apañó para ir en el coche que pasaría más cerca de su casa. Alex y July esperaron a Ben, que fue a pillar unas películas. Mientras tanto, ellos estaban solos en el coche, a oscuras y con buena música. Se besaron...  
Sabe a patatas.
La lluvia empeoró a la vuelta y Alexander se mosqueó porque había caravana y ya empezaba a ser tarde. A July no le importaba: cuanto más tiempo estuviera en el coche, más tiempo pasaría con él. Cuando la dejó en la puerta del chalet, July le dio un último beso.
—Gracias... —susurró. Me lo he pasado muy bien. ¡Tus amigos son muy majos!
Alexander sonrió, se despidió de ella y arrancó el coche. Las luces se perdieron al doblar la esquina.
¡Ha sido una tarde muy divertida!

1 comentario:

Slay dijo...

Mmmmm seria lo único divertido ke haria :P jajaja sigue asi ^^