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viernes, 3 de febrero de 2012

Viernes - 25

Esa mañana Julya se despertó con la firme intención de dejar las cosas claras con Alex; ¡no permitiría que jugara con ella ni un día más! 
El disgusto de verse ignorada y, en ocasiones, rechaza habían causado estragos en el aspecto de July, quien presentaba un rostro pálido que resultaba casi enfermizo. En apenas dos semanas había perdido cerca de cinco kilos: la ropa le quedaba demasiado holgada, incluso las faldas resbalaban por su cintura hasta caer al suelo, y si se miraba al espejo, era capaz de contar con precisión cada una de sus costillas. 
No estaba bien. La tensión de no saber cómo iba a encontrar a Alex -si la saludaría o se convertiría en un mueble más para él- la estaba devorando por dentro. Estaba segura que, de seguir por ese camino, acabaría muy mal. Y no estaba dispuesta a permitirlo.

Curiosamente, la selección de canciones que escuchó en la radio de camino a la universidad parecían dedicadas todas a ella: hablaban de mujeres que sufrían por la falta de cariño y atención, falta de amor... Mujeres que debían luchar y ser fuertes para liberarse de las ataduras de los hombres que no las respetaban ni querían; jamás se había sentido tan identificada. La música calma a las fieras y, en su situación, también había surtido efecto.
Sin embargo, nada más ver a Alexander, notó cómo el enfado prendía tan rápido como una cerilla. Al instante se le hinchó la vena del cuello, pero consiguió controlar un poco la voz para no delatar el alto grado de su ira.
—¡Hola! —saludó.
—Hola.
 Se mostró seca y distante, pero Alex no pareció darse cuenta. Los ojos de Julya repararon un momento en la bolsa gris que se balanceba lentamente en su hombro: de nuevo traía el portátil.
—Ayer querías hablarme de algo, ¿no?
Julya asintió y agradeció que fuera él quien sacara el tema. Había preparado durante toda la noche lo que iba a decir.
—¿Te pasa algo? ¿He hecho algo que te haya molestado? Es que últimamente estás distante conmigo... Bueno, con todos en realidad.
—¿Yo? Estoy normal —dijo con la mirada más inocente del mundo; cualquiera habría dicho que nunca había roto un plato. ¡¡Cómo odio esa mirada y que ponga cara de besugo!!. ¿Y quienes son "todos"?
No quería meter a nadie más en el asunto, pero tampoco le iba a mentir.
—Mis amigos. También me han preguntado si te ocurría algo, dicen que estás raro.
—¡Pues no! Sonrió. Y Marlon no me ha dicho nada de que estuviera raro...
—Me lo han preguntado "mis" amigos. ¡No los tuyos!
Se encogió de hombros y empezó a caminar hacia la clase.  
¡No, no, no! ¡La conversación no ha terminado, listillo!
—Mira, Alex. —Le cogió por el brazo y le obligó a mirarla: Tú me gustas. Mucho. Y creo que yo también te gusto, pero estoy harta de ir detrás de ti. Creo que si los dos ponemos de nuestra parte, lo nuestro puede funcionar...
—Ya te dije que sólo es un rollo.
—Cierto, y no lo discuto, pero tenemos que trabajar para que nuestro "rollo" crezca y se convierta en algo más. Y me da la sensación de que no es lo que quieres...
Alex guardó silencio, prestándole por primera vez toda su atención. El problema era que July ya lo había dicho todo, no tenía nada más que añadir.
—¿O es que sólo me quieres para acostarte conmigo? Como no lo conseguiste en el pueblo, eso explicaría que estas dos semanas pasaras de mí.
—¿Eso piensas?
—Es lo que tu actitud ha hecho que piense.
Hubo un extraño brillo en sus ojos. Era pánico, miedo por haberle pillado.
—¿Y qué quieres que te diga? Parecía ofendido, pero July no estaba dispuesta a amedrentarse.
—Necesito saber si quieres seguir conmigo o no. Sea cual sea tu decisión, la respetaré. Pero necesito que me lo digas.
Pareció pensarselo durante un minuto.
—Si eso es lo que piensas de mí...
¿¡Sólo te has quedado con lo de acostarnos!? ¿¡Todo lo demás no ha servido para nada!? ¿¿Eres idiota, o qué??
Su silencio fue evidente. Un silencio que duró demasiado tiempo y ella ya no quería desperdiciar más el suyo. Quien calla, otorga... pensó July con un suspiro antes de añadir:
Lo dejamos.

Como la cosa terminó un tanto brusca, y Julya se calmó durante la clase de circuitos, decidió aclarar las cosas con una carta; siempre se expresaba mejor cuando escribía.

El problema que se interpuesto entre nosotros es que no valoras a la gente. Un día hablas con una persona como si la conocieras de toda la vida y al día siguiente la ignoras. No tienes en cuenta sus sentimientos ni pensamientos. Además, no dejas que te conozcan, eres como una caja negra imposible de abrir y me he cansado de forzar la cerradura... Aunque me gustas, eso no puedo cambiarlo.
Si algún día comprendes mis palabras, avísame. Me alegrará saber que has madurado. Todos merecemos una segunda oportunidad...
No quiero que esto termine mal. Seguiré siendo tu amiga.

2 comentarios:

mientrasleo dijo...

Vaya, lo está pasando fatal esta chica...
Y es buena chica.
Besos

Slay dijo...

Nada, esto es lo mejor que podria haber hecho